Patricia Calderón
Cámara Olivícola de San Juan
– ¿Cuál es la situación actual del sector?
– El 90 por ciento de las plantaciones sanjuaninas corresponde a variedades del sector aceitero. El resto desarrolla aceitunas de mesa, con calidad de exportación. La aceituna de mesa históricamente tuvo Brasil como destino, cuarto importador mundial. Pero la situación se complicó a partir del Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y Egipto, país con un desarrollo importantísimo de la producción, con costos mucho más bajos que los nuestros. Hoy la industria aceitunera vive un momento crítico, debido a la pérdida de su mercado natural y a la caída de precios por sobreoferta.
– ¿Y la industria aceitera?
– También ha sufrido parcialmente la pérdida del mercado brasileño, sexto importador mundial, no por sobreoferta sino por falta de competitividad asociada a los costos argenti-nos, sobre todo el flete, que pesa mucho en el precio final. La industria olivícola argentina, a partir de un gran esfuerzo e inversión de sus actores, ha logrado hacer conocer la calidad de sus aceites en los Estados Unidos y en España. Como resultado de ese trabajo y con una cosecha récord, logramos exportar en 2017 un 120 por ciento más de toneladas que el año anterior. Pero los datos de hoy nos marcan que la campaña 2018 dista de repetir aquella per-formance, mostrando la típica vecería de las plantas, es decir, la cualidad de generar una gran producción de frutos un año y al siguiente, casi nada.
– ¿Qué tema les preocupa especialmente?
– Tenemos variables sobre las que se puede actuar y aquellas que acontecen y no hay plan para mitigarlas. Dentro de las primeras, está el luchar con los costos internos de producción, la vecería típica de la especie que provoca gran-des mermas en el rendimiento y la elección de las inversiones que nos lleven a mejorar nues-tro producto y mantener nuestro mercado. En forma inesperada presenciamos una caída bru-tal del precio de aceite de oliva, que no tiene una explicación objetiva, pero está arrastrando a todo el mercado internacional a replantear sus estrategías de comercialización y stock. De continuar esta situación, el 2018 no tendrá un resultado positivo.
Factor Pyme
– ¿Los ajustes tarifarios influyen en el sector?
– Las plantas de olivo generalmente se implan-tan en zonas secas y requieren riego, con agua extraída de pozos profundos. Somos una acti-vidad electrodependiente. Los aumentos de tarifas provocaron un aumento de los costos de un producto que actúa como un commodity. Hoy el formador de precios es España, principal productor. Los productores argentinos no tenemos participación alguna en su conformación.
– El riego no debería ser una variable de ajuste.
– Aunque la falta de riego provoca menor producción y menor calidad, los altos costos de energía nos llevan a esta situación. Hoy el sector está luchando para ser reconocido como regante electrodependiente, para tener acceso a líneas de crédito blandas que nos permitan convertirnos en autogeneradores de energía. Por otra parte, nos encontramos reclamando una baja en la carga impositiva y de tasas aplicadas a las tarifas, teniendo en cuenta que aproximadamente un 65 por ciento de las facturas actuales corresponde a impuestos, nacionales y provinciales y a tasas municipales.
– ¿Cuáles son las perspectivas para el 2019 en cuanto al consumo en el mercado interno y las exportaciones?
– Los productores del sector ya mostraron que Argentina puede elaborar aceite y aceitunas de excelente calidad. Se calcula que el consumo interno no llega al 20 por ciento de lo produci-do. Entonces, no otra hay alternativa para el crecimiento que el desarrollo del mercado externo. Ese desarrollo puede apuntar a la venta del producto a granel o, mejor aún, si las circuns-tancias lo permiten, el producto fraccionado, dando de esta manera un mayor valor agregado
– ¿Qué acciones hacen falta para impulsar la actividad olivícola?
– Hay que trabajar realmente en solucionar los problemas que son comunes a muchas economías regionales. Están identificados pero lejos de resolverse. El exagerado componente impositivo en combustibles, energía eléctrica y salarios impide lograr precios competitivos para penetrar en nuevos mercados. Además, requerimos previsibilidad.
Asimetría
La Argentina cuenta con unas 100.000 hectáreas cultivadas, con lo cual logró ser la cuarta zona productora del mundo con sólo un 2 por ciento de la producción mundial, según datos del Comité Oleico Internacional.
Si consideramos que la Unión Europea participa con el 75 por ciento de la producción, que España es la formadora de precios y tenemos en cuenta la gran cantidad y variedad de subsidios de la Política Agrícola Común (PAC) que reciben los olivicultores españoles, nos vemos obligados a exigir la no negociación de la aceituna de mesa y del aceite de oliva en el Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, dado que no existe una simetría que permita la competencia.
Hasta el momento, las negociaciones no se encuentran cerradas. Hemos podido explicar -a los distintos niveles gubernamentales del Poder Ejecutivo, a los legisladores nacionales y del Parlasur- las implicancias que tendría para el sector la eliminación de los aranceles de ingreso actuales, pero nadie ha podido darnos una certeza. La firma del TLC Mercosur-UE tendrá grandes implicancias para el país. Nos permitimos dudar si realmente el balance final será favorable o atentará contra miles de puestos de trabajo.